Somos seres sociales. Precisamos y gustamos de andar por la vida junto a otros, con otros. Pero nuestro tiempo evidencia las consecuencias de haber fomentado un fuerte proceso de individualización. El «nosotros» es algo que hay que velar, gestar y hasta constituir, según la dimensión de la vida humana a que afecte. Conviene desmontar falsas incompatibilidades entre el yo y el nosotros, que se han popularizado hasta convertirse en un lugar común falto de fundamento y razón de ser.
El tesoro de la existencia, de la vida, es para ser compartido. Solo así adquiere plenitud. Y como todo arte, la vida compartida precisa aprendizaje y habilidad.
Además, todo tesoro, por valioso que sea, pierde algo de su fuerza y sentido si se encierra en una cámara acorazada que impide que muchos gocen de él. La belleza, en la forma que sea, es para ser contemplada, gozada, compartida, difundida… El sentido de toda luz es poder alumbrar.
Hacer de la vida una obra de arte es, también, una tarea colectiva.
1 de septiembre de 2017 - 7:27
Empiezo a disponer de un tiempo para priorizar en qué lo quiero invertir y, ya ves, aquí estoy disfrutando de lo que nos regala la Vida a través de ti:
¡¡¡ Gracias!!! Como siempre es un placer leerte atentamente y me lo voy a conceder. No me importa que lo que leo tenga fecha de mayo, el contenido no tiene fecha de caducidad…
Estoy muy contenta en Barcelona
Un gran abrazo
Ana
«Conviene desmontar falsas incompatibilidades entre el yo y el nosotros, que se han popularizado hasta convertirse en un lugar común falto de fundamento y razón de ser.»