“Sí, pero…” es demasiado frecuentemente la respuesta que damos cuando nos preguntan si estamos bien, si estamos contentos, si somos felices. Puede tener que ver con nosotros mismos (cómo somos, en qué etapa vital estamos, alguna limitación…), con los otros (los padres, los hermanos, la pareja, los compañeros…), las circunstancias (medios de vida, entorno social…). Puede venir de tiempo atrás (resentimientos, errores, culpas…) o estar relacionado con el futuro (la vejez, la muerte…)
A veces, estos “peros” se nos hacen tan grandes en las manos que incluso llegan a enturbiar el conjunto de nuestra vida. Acaban siendo una piedra en el zapato que no nos permite caminar cómodos ni tranquilos; ¡incluso pueden acabar causándonos una herida!
Del mismo modo, cuando nos movemos en entornos donde coincidimos con bastantes personas, a veces detectamos que hay cosas que chirrían pero que no sabemos identificar o gestionar en la relación. Queremos actuar adecuadamente en la atención a cada uno, pero a veces nos faltan herramientas para hacerlo.
Afrontar los temas que están en el trasfondo de los reparos a la vida concreta que se tiene, es una buena inversión tanto por lo que nos afecta personalmente, como por la formación que nos permitirá un mejor desarrollo de nuestra vida acompañando a otros. Es camino para una vida en paz y gozosa.
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