El tesoro de la existencia es tan bello como frágil y pide ser cuidado. Como todo lo valioso, conviene tratarlo como tal, estando atentos para no estropearlo por ligereza, frivolidad, irresponsabilidad o inconsciencia.
En el tejido de relaciones que es la vida humana, el ejercicio del cuido se despliega en todas las direcciones posibles: hacia los demás, hacia uno mismo, hacia el entorno… A menudo se plantean como incompatibilidades lo que, de hecho, son tensiones que manejar y, si es posible, resolver.
Desde una clave de vida compartida, el cuido también ha de ser compartido. Pero puede expresarse de muchas y diversas maneras. Los cuidadores a menudo sufren porque se descuidan. Cuando deseamos o necesitamos ser cuidados, hemos de solicitarlo con delicadeza y justicia.
¿Qué significa cuidar? ¿Cuáles son los límites y las posibilidades en el ámbito del cuido? ¿Cuáles las tentaciones y cuáles los beneficios? ¿Cómo desarrollar dinámicas de autocuido que no sean de egoísmo?
Vertebraremos una reflexión aterrizada en la vida cotidiana que permita orientar la dinámica del cuido ya sea en una perspectiva profesional, ya en la esfera de la vida privada y social.
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